Son las siete y pico de la tarde. El gentucerío playero me va dejando ya la playa sola. ¿Dónde cojones estaba toda esta gente cuando aquí hacía un frío del copón bendito y la lluvia y el viento sur se me colaban por debajo de la puerta? Una pareja de novios —a los que espero que Dios les tenga en cuenta esto para una futura condenación eterna— se hacen fotos juntos en poses cariñosas y, por separado, en posturitas que pretenden ser insinuantes, sobre todo las de ella que, a lo que se ve, aventaja en mucho al jambo en el antiguo y noble arte del zorreo. Pobrecillo, este desgraciado no tiene ni puta idea de dónde se mete. Las pondrán en facebook o en tuenti o en el messenger o donde mierda ponga la gente las fotos del zorreo, que yo de eso —bendita sea mi fealdad— poco entiendo. Otras parejas —incluso de viejos y de feos, que ya es lo último— se pasean por el paseo marítimo cogiditos de la mano y risueños. Otros desgraciados, se creerán que esta ficción del sol y del buen tiempo va a evitar el derrumbe de sus vidas. El año que viene, si nada lo remedia, los veré pasar con la misma impostura o, en el mejor de los casos, paseando con un acompañante distinto la misma mentira que pesean con el de ahora. Pues que Dios también les dé porculo, suponiendo que Dios no solo se dedique a dármelo a mí, que ya sería la polla consagrada, con perdón.
Bueno, el caso es que, como me he sacado la sillita a la terraza para que me dé el aire —que si no después mi omá dice que estoy muy paliducho y que tengo cara de enfermo—, he cogido un libro de Roger Wolfe, Días sin pan, para ahutentar el vómito al que me impulsa la contemplación. Pues nada, ahí van algunos poemas cogidos al azar. Espero que haya suerte y que el libro se abra por los que más resentimiento transmitan. Es lo que pega. Otro diita prometo colgar poemas más optimistas, incluso amorosos, para los que aún estéis con eso.
"Todo, nada."
Cuando todo son
malas noticias
o simplemente —y peor—
todo es una gigantesca
ausencia de noticias
hace falta algo
para sacar fuerzas
de donde no las hy
y seguir con la comedia.
El teléfono es Dios
que se ha callado.
El buzón se ha transformado
en papelera.
La gente
a la que alguna vez
hemos querido
es un recuerdo
que se pudo haber soñado.
Cualquier cosa puede servir
y nada sirve:
la muerte de alguien
que nos roce muy de cerca.
Una amenaza de desahucio
por impago de alquiler.
El diagnóstico de alguna
enfermedad, si no fatal
entretenida al menos.
Un ataque
de migraña.
Un tumulto histérico
en la calle.
Una vieja
comiéndose un plátano
en un banco,
bajo la lluvia.
Lo que sea
menos este asco incoloro
en que se pudre el corazón.
Bombeando
por pura incapacidad
para otra cosa.
"Odio"
El odio son las cosas
que te gustaría hacer
con el locutor deportivo
de la radio del vecino
esos domingos por la tarde.
El odio son las cosas
que te gustaría hacer
con el macaco de uniforme
que sentencia —arma
al cinto— que el semáforo
no estaba en ámbar, sino en rojo.
El odio son las cosas
que te gustaría hacer
con el cívico paleto
vestido de payaso
que te dice
que no se permiten perros
en el parque.
El odio son las cosas
que te gustaría hacer
con la gente que choca contigo
por la calle
cuando vas cargado
con las bolsas de la compra
o un bidón de queroseno
para una estufa
que en cualquier caso
no funciona.
El odio son las cosas
que te gustaría hacer
con los automovilistas
cuando pisas un paso de peatones
y aceleran.
El odio son las cosas
que te gustaría hacer
con el neandertal en cuyas manos
alguien ha puesto
ese taladro de percusión.
El odio son las cosas
que te gustaría hacer
cuando le dejas un libro a alguien
y te lo devuelve en edición fascicular.
El odio es una edición crítica
de Góngora.
El odio son las campanas
de la iglesia
en mañanas de resaca.
El odio es la familia.
El odio es un cajero
que se niega a darte más billetes
por imposibilidad transitoria
de comunicación con la central.
El odio es una abogada
de oficio
aliándose con el representante
de la ley
a las ocho de la mañana
en una comisaría
mientras sufres un ataque
de hipotermia.
El odio es una úlcera
en un atasco.
El odio son las palomitas
en el cine.
El odio es un cenicero
atestado de cáscaras de pipa.
El odio es un teléfono.
El odio es preguntar por un teléfono
y que te digan que no hay.
El odio es una visita
no solicitada.
El odio es un flautista
aficionado.
El odio
en estado puro
es retroactivo
personal
e intransferible.
El odio es que un estúpido
no entienda
tu incomprensión,
tu estupidez.
El odio son las cosas
que te gustaría hacer
con este poema
si tu pluma
valiera
su pistola.
"La avería"
Dar amor, lo sé,
pero no funciona.
Mostrar piedad, lo sé,
pero no funciona.
Eliminar el yo, lo sé,
pero no funciona.
Acabar con el deseo,
lo sé,
pero no funciona.
Poner
la otra mejilla,
lo sé,
pero no funciona.
Vivir el hoy (y no el mañana
ni el ayer), lo sé,
pero no funciona.
¿Qué hacer entonces?
No lo sé
Y no funciona.
domingo, 25 de abril de 2010
Wolfe en domingo y playa.
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5 comentarios:
tú cómo no, con ese optimismo que siempre te caracteriza... también puedes probar a meterle fuego a la playa. sino, a comer cerillas. di que sí, a disfrutar!
eugenia
En nuestro catálogo de ilustres escritores del siroco, Roger Wolfe está ahí dando con la marrilla. Y a mí me vino muy bien, sobre todo para meterme bajo las mantas y ahogarme un ratito. Ese y el de Pocopacatepetl, o suputamadre.
Alberto.
¿Y este es el Diego Vasallo de las cien gaviotas? No me extraña que después de aquella etapa le dé por merodear por estos lares tan soleadico; dicho sea con todita la ironía, claro. En fin, le/te aplaudo que haya/hayas sabido contagiarme el cinismo y el sarcasmo. También salen otras cositas menos fáciles de ahuyentar. Menudo tordo el Wolfe, echa sal en todas las heridas a la vez.
Extraordinario Wolfe, como siempre.
Y más (si se puede) en la selección de k. Iribarren
El odio es que un estúpido
no entienda
tu incomprensión,
tu estupidez.
este ´´trocito´´ para mi es de los mejores
M.Romero
(un Alcalareño abrazo PROFESOR)
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