Sobre héroes y tumbas, de Ernesto Sabato, Barcelona, Seix Barral, 2007.
Horror. Horror. Vamos a ponernos en situación. Tenemos a Martín, un jovencito. Dieciocho, diecinueve, veinte años. ¿De verdad creéis que hay tanta diferencia? Tenemos, también, a Alejandra, un par de años mayor. Y, claro, algo les tiene que ocurrir. Se relacionan. Parece que se enamoran. Recordad sus nombres: Martín y Alejandra. Sí, podemos decir que se enamoran. Pero...
No vienen limpios. ¿Acaso creéis que existe la limpieza? Tienen ya todo el mundo a sus espaldas. Todo el peso. Martín es un proyecto de hombre, inseguro, miedoso. Alejandra tiene cactus en el corazón que le impiden descansar, que le impiden dejarse llevar y sentir. Alejandra tiene lagartos, serpientes, reptiles asquerosos en las venas que la incapacitan para la felicidad. ¿Os imagináis qué cosa tiene que ser tener murciélagos, ratas y cangrejos horadando vuestros órganos, royéndoos por dentro? A pesar de todo, Martín y Alejandra se relacionan, parece que se enamoran.
Obtienen momentos de algo parecido a la felicidad. A veces, incluso, ríen. Martín lo llama así, "felicidad". Alejandra, en cambio, guarda silencio. Porque Alejandra sabe qué cosa es la mudez lancinante del subsuelo, qué cosa es el horror y el vacío. Martín lo llama así, "felicidad". No es que se equivoque, es que Martín cree que la posesión de la felicidad no es momentánea, sino eterna. ¿Habéis atisbado alguna vez qué cosa es la felicidad? Martín la obtuvo una vez. Ahora, en cambio, ya no la tiene. Martín conoce ahora el significado de la fugacidad.
Alejandra muere. Sería más exacto decir que se quemó viva. Antes, había matado a su padre de cuatro balazos. ¿Qué hay detrás del horror? ¿Detrás del horror de la muerte de Alejandra, de su sufrimiento, de su piel achicharrada, del cuerpo exangüe de su padre? Detrás de todo está Martín, con su amor, vivo, en pie al menos; Martín convertido en una oquedad latiente después
de todo, que ahora es nada.
¿Pensáis que no es posible? No habéis visto esto en "La sirenita" o en "El rey León", ¿verdad? No lo cuentan los textos artificiales de los libros de lengua ni las diatribas de vuestros profesores en vuestras seis horas de somnolencia legañosa, ¿verdad? Pero lo cuenta Ernesto Sabato en Sobre héroes y tumbas, una novela brutal, destructiva, improductiva, asesina y desgraciada. No la leáis, porque esta novela no sirve para nada, no cuenta nada. ¿Alguna vez os habéis asomado a un sótano por dentro? Eso es.
¿Y Martín? Murió Alejandra a dentelladas del fuego. Pero, ¿y Martín? Ése es el horror. El peor horror. La vida que existe, que sigue existiendo después de que todo haya sido un horror. Porque la vida tiene ese empeño. Seguir, seguir, seguir.
He aquí la vida de Martín después de todo. Sin Alejandra. Sin él mismo. Sólo una oquedad latiente después de todo. Leed. Es el vacío. ¿Lo habéis mirado a los ojos alguna vez?
"Caminaba sin ver a su alrededor, mientras restos de pensamientos eran nuevamente fragmentados por violentas emociones, como edificios destruidos por un terremoto que son sacudidos por nuevos temblores.
Tomó un ómnibus y la sensación de que el mundo no tenía sentido se le presentó con mayor fuerza: un ómnibus que corría con tanta decisión y potencia hacia alguna parte que a él no le interesaba, un mecanismo tan preciso, técnicamente tan eficaz, llevándolo a él, que no tenía ningún objetivo ni creía ya en nada ni esperaba nada ni necesitaba ir a alguna parte; un caos transportado con horarios exactos, tarifas, cuerpos de inspectores, ordenanzas de tránsito. Y estúpidamente había tirado las inyecciones para el corazón y buscarlo ahora a Pablo para eso era como ir a un baile para encontrar a Dios o al Diablo. Pero el tren, el paso a nivel de la calle Dorrego, tal vez allí, un instante y se acabó, recordaba aquella vez el gentío, qué pasa, qué pasa, no se podía llegar hasta el centro del gentío, se oía qué horror, lo agarró descuidado, qué esperanza, qué está diciendo, se tiró adrede, se quiso matar y otro que gritaba aquí hay un zapato con un pie. O tal vez el agua, el puente de
Pregunta para los que hayáis soportado hasta el final. ¿Creéis que Martín acabó suicidándose?
martes, 19 de febrero de 2008
¿Qué hay detrás del horror?
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