sábado, 26 de enero de 2008

Lo-li-ta.


"Lolita, luz de mi vida, fuego de mis entrañas. Pecado mío, alma mía. Lo-li-ta: la punta de la lengua emprende un viaje de tres pasos desde el borde del paladar para apoyarse, en el tercero, en el borde de los dientes. Lo.Li.Ta.
Era Lo, sencillamente Lo, por la mañana, un metro cuarenta y ocho de estatura con pies descalzos. Era Lola con pantalones. Era Dolly en la escuela. Era Dolores cuando firmaba. Pero en mis brazos era siempre Lolita.
¿Tuvo Lolita una precursora? Por cierto que la tuvo. En verdad, Lolita no pudo existir para mí si un verano no hubiese amado a otra... «En un principado junto al mar.» ¿Cuándo? Tantos años antes de que naciera Lolita como tenía yo ese verano. Siempre puede uno contar con un asesino para una prosa fantástica.
Señoras y señores del jurado, la prueba número uno es lo que envidiaron los serafines de Poe, los errados, simples serafines de nobles alas. Mirad esta maraña de espinas."


Así comienza Lolita, la novela más conocida del autor ruso Vladimir Nabokov, publicada en 1955. Al igual que otras grandes obras de la literatura (Don Juan, Madame Bovary, El proceso...), Lolita ha trascendido su época y su propia calidad literaria para instalarse en el imaginario de nuestra cultura. En efecto, Nabokov logró crear un personaje arquetípico que ha dado nombre a un modelo humano, un personaje que es utilizado para describir con una sola palabra una complejísima individualidad.

La novela narra el amor obsesivo (¿acaso hay amores que no lo sean?) de un hombre maduro llamado Humbert Humbert por Lolita, una niña de no más de catorce años. Lolita (o Dolly o Dolores) es hija de la dueña de la casa en la que Humbert Humbert alquila una habitación al llegar a una nueva ciudad. Tal es la obsesión del protagonista por su "nínfula" (así llama Humbert a Lolita) que se casa con su madre para poder permanecer cerca de la niña. Pero no os preocupéis, nada os estoy revelando de la novela, esto es sólo el principio.

No os extrañará que la publicación de Lolita produjese una gran polémica. Pero esta novela es sólo literatura, no vida real, y es la literatura lo que aquí nos interesa. Así que si queréis sumiros en los tortuosos caminos de la obsesión, la pasión, la belleza, la ambigüedad, la seducción, la decadencia, la desesperación y el abismo sólo tenéis que abrir un libro. Ya sabéis su nombre. Lo-li-ta.



A propósito, de Lolita, hay, que yo sepa, dos versiones cinematográficas. Una de ellas, del grandísimo director Stanley Kubrick, de 1962; la otra, más moderna, de 1997, dirigida por Adrian Lyne. Sin duda, os recomiendo la primera.

sábado, 19 de enero de 2008

Dos en medio de nada.

¿Hay vida después de una hecatombe mundial? ¿Cómo sobreviven un padre y su hijo en un mundo arrasado en el que una capa de ceniza lo cubre todo? ¿Qué esperanza puede transmitir el padre al hijo? ¿O, quizás, es el hijo quien tiene que transmitir esperanzas a su padre? ¿Qué comerán? ¿Qué beberán? ¿De quién, de quiénes tendrán que ocultarse?


La carretera
, última novela de Cormac McCarthy, escritor estadounidense, ganador del Premio Pulitzer en 2007, contiene en sus páginas el germen de la destrucción. Hemos de acercarnos a ella con precaución, casi con rechazo. En la lucha por la superviviencia (porque decir vida en estas circunstancias es inexacto) de sus personajes ni siquiera el lector está a salvo. Cuando la leáis, levantad la cabeza de tanto en tanto y mirad cada dos o tres páginas hacia adelante, hacia atrás. Vigilad vuestras espaldas. Desconfiad siempre. Puede que ese viejo desvalido que os cruzáis en vuestro viaje por la carretera camino de ninguna parte no sea tan indefenso como os pensáis. Puede que, incluso, tenga una pistola. Puede que os asesine solamente porque tenéis unos zapatos menos rotos que los suyos... Pero si sois valientes y, con suerte, tras sortear los obstáculos llegáis al final, estaréis en posesión de una de las novelas más desasosegantes y mejor escritas de los últimos años.

Un padre. Su hijo. Una carretera. Las ansias de llegar al mar, suponiendo que aún exista. ¿Para qué? La carretera, de McCarthy, se encuadra dentro de esas novelas en las que el camino no sólo es físico, sino espiritural. Una búsqueda de la sabiduría. Pero en el siglo XXI. Y nosotros, gente de este siglo, sabemos que hasta nuestras búsquedas más satisfactorias están llenas de insatisfacciones, de nihilismo.

Os dejo un párrafo de la novela. En él, el padre y el hijo contemplan el huerto de una casa abandonada al borde de la carretera:


"Siguieron un muro de piedra al final de lo que quedaba de un huerto. Los árboles en sus esmeradas hileras retorcidos y negros y las ramas caídas a montones en el suelo. Se detuvo y miró más allá de los campos. Viento en el este. La blanda ceniza moviéndose en los surcos. Deteniéndose. Moviéndose de nuevo. Él ya lo había visto antes. Dibujos de sangre seca en los rastrojos y grises vísceras enroscadas allá donde los muertos habían sido destripados como animales y llevados a rastras. Sobre el muro del fondo un friso de cabezas humanas, todas de parecido rostro, resecas y hundidas con la sonrisa rígida y los ojos marchitos. Lucían aros de oro en sus coriáceas orejas y el viento hacía bailar sus escasos y raídos cabellos. Los dientes como empastes en sus alvéolos, los toscos tatuajes grabados con alguna tintura de elaboración casera descoloridos a la pauperizada luz del sol. Arañas, espadas, dianas. Un dragón. Consignas rúnicas, credos mal escritos. Viejas cicatrices con motivos viejos pespunteados en sus bordes. Las cabezas no deformadas a porrazos habían sido desolladas y los meros cráneos pintados y rubricados de parte a parte de la frente a garabatos y una de aquellas calaveras peladas tenía las suturas cuidadosamente entintadas como un plano para montaje. Miró al chico que estaba detrás de él. En pie junto al carrito soportando el viento. Miró la hierba seca que se movía y las hileras de árboles oscuros y retorcidos. Unos jirones de tela que el viento había estampado en el muro, la ceniza tiñéndolo todo de gris. Caminó paralelo al muro echando un último vistazo a las máscaras y cruzó un portillo de escalones y salió a donde el chico lo estaba esperando. Le pasó un brazo por los hombros. Bien, dijo. Vámonos."

aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaLa carretera, de Cormac McCarthy,
aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaeditorial Mondadori, Barcelona, 2007.

sábado, 12 de enero de 2008

Muerte. Ángel González.


Era noviembre de 1998. Carmen me regaló un libro suyo, Palabra sobre palabra. Antes, en una carta, me había enviado un poema, "Me basta así". Hablo de Ángel González, poeta asturiano, de cuya muerte me acabo de enterar. He ido a la estantería. He cogido el libro que me regaló Carmen. He leído algunos poemas. Me gustaría compartirlos con vosotros.


"Muerte en el olvido"

Yo sé que existo
porque tú me imaginas.
Soy alto porque tú me crees
alto, y limpio porque tú me miras
con buenos ojos,
con mirada limpia.
Tu pensamiento me hace
inteligente, y en tu sencilla
ternura, yo soy también sencillo
y bondadoso.
aaaaaaaaaaaaaPero si tú me olvidas
quedaré muerto sin que nadie
lo sepa. Verán viva
mi carne, pero será otro hombre
—oscuro, torpe, malo— el que la habita...


"Cumpleaños de amor"

¿Cómo seré yo
cuando no sea yo?
Cuando el tiempo
haya modificado mi estructura,
y mi cuerpo sea otro,
otra mi sangre,
otros mis ojos y otros mis cabellos.
Pensaré en ti, tal vez.
Seguramente,
mis sucesivos cuerpos

prolongándome, vivo, hacia la muerte
se pasarán de mano en mano,
de corazón a corazón,
de carne a carne,
el elemento misterioso
que determina mi tristeza
cuando te vas,
que me impulsa a buscarte ciegamente,
que me lleva a tu lado
sin remedio:
lo que la gente llama amor, en suma.
Y los ojos

qué importa que no sean estos ojos
te seguirán a donde vayas, fieles.


Ángel González y Pedro Guerra, un cantautor canario, grabaron en 1994 un disco titulado La Palabra en el aire. En este disco, Ángel González recita algunos de sus poemas y Pedro Guerra les pone música. Os dejó aquí el que, quizás, es el poema más conocido de Ángel González. Se titula "Me basta así".

viernes, 11 de enero de 2008

Si esto es Levi.


Estas navidades me mostraron un libro titulado Trilogía de Auschwitz. Su autor, Primo Levi, fue un judío italiano que durante la Segunda Guerra Mundial estuvo encerrado en el campo de concentración polaco de Auschwitz, o, como él mismo lo llama, "campo de aniquilación", esto es, "yacer en el fondo".
Primo Levi es un personaje cuanto menos curioso. Químico de profesión, sobrevivió al horror del "campo", del que fue liberado por las tropas soviéticas en 1945. Posteriormente, escribió sobre su experiencia en Auschwitz y nos transmitió las reflexiones que le produjo el horror de la Segunda Guerra Mundial.
Paradójicamente, tras haber sobrevivido a la terrible experiencia de los campos de aniquilación y de la opresión nazi, el 11 de abril de 1987, Primo Levi se suicidó.
Permitidme que vuelva al libro que os comentaba más arriba, Trilogía de Auschwitz. El primer libro de esta trilogía, Si esto es un hombre, se inicia con un poema que me gustaría que conocierais. En él, creo que Levi nos muestra muy certeramente cómo nuestra tranquilidad de personas acomodadas y confiadas puede convivir con situaciones de sometimiento terrible de otros semejantes. Con este poema me gustaría comenzar la andanza de este blog.

"Si esto es un hombre"

Los que vivís seguros
En vuestras casas caldeadas
Los que os encontráis, al volver por la tarde,
La comida caliente y los rostros amigos:
aaaaaConsiderad si es un hombre
aaaaaQuien trabaja en el fango
aaaaaQuien no conoce la paz
aaaaaQuien lucha por la mitad de un panecillo
aaaaaQuien muere por un sí o por un no.
aaaaaConsiderad si es una mujer
aaaaaQuien no tiene cabellos ni nombre
aaaaaNi fuerzas para recordarlo
aaaaaVacía la mirada y frío el regazo
aaaaaComo una rana invernal.
Pensad que esto ha sucedido:
Os encomiendo estas palabras.
Grabadlas en vuestros corazones
Al estar en casa, al ir por la calle,
Al acostaros, al levantaros;
Repetídselas a vuestros hijos.
aaaaaO que vuestra casa se derrumbe,
aaaaaLa enfermedad os imposibilite,
aaaaaVuestros descendientes os vuelvan el rostro.


aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaSi esto es un hombre, en Trilogía
aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaade Auschwitz,
Barcelona,
aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaEl Aleph, 2006.


Aquí podéis encontrar otros textos de Primo Levi.