sábado, 3 de enero de 2009

Die Welle.


Hace años, en Badajoz, en un tiempo en el que el primer (o el segundo, ya no recuerdo) Gran Hermano causaba furor y estridencias en el territorio patrio, tuve la oportunidad de ver una película alemana llamada El experimento. El punto de partida no podía resultar más coincidente: con la excusa de investigar científicamente el comportamiento agresivo de los seres humanos en un entorno coercitivo, veinte personas son encerradas en una cárcel. Diez son guardianes; diez, prisioneros. Os podéis imaginar que la detentación del poder de un ser humano sobre un semejante es una oportunidad irrenunciable para mostrar lo peor de nosotros mismos. El experimento acabó, pues, como tenía que acabar. Ya lo dice el tierno refrán español: "Dale a Juanillo un carguillo".

La Ola (Die Welle) también propone otro experimento, y también percute sobre otra de las debilidades humanas. En un instituto de secundaria alemán, se celebra una "Semana de proyectos", semana dedicada al tratamiento monográfico de una determinada materia. Rainer Wenger es un profesor —okupa en sus años universitarios— al que le hubiese gustado impartir el proyecto sobre Anarquía. Sin embargo, contra su voluntad, se ve obligado a impartir el de Autocracia (sistema de gobierno en el cual la voluntad de una sola persona o de un grupo es la suprema ley). Sus alumnos —os lo podéis imaginar— están tan desmotivados como él. Sólo pretenden trabajar y pensar lo menos posible. El primer día, hablando sobre dictadores y dictaduras, sobre Hitler y el III Reich, surge la siguiente pregunta: "¿Sería posible que en la Alemania actual ocurriese algo parecido a lo que ya ocurrió en el pasado?" Al señor Wenger se le acaba de ocurrir una idea. Acaba de nacer La Ola.

En un principio, sólo fue un experimento, un trabajo de clase. Se trataba de mostrar a los alumnos el significado de la autocracia de forma práctica, que pudiesen ver cómo crear la idea de grupo, la de disciplina y diferencia respecto de los demás no era algo del pasado y, además, era admitido de buen grado por una comunidad. El experimento estaba resultando todo un éxito. Los alumnos se sentían involucrados en el proyecto, colaboraban. Su actitud, en clase y en sus vidas, estaba cambiando. Sin embargo,
La Ola comenzaba a ser otra cosa. Algo muy distinto (o no) a lo que el señor Wenger había planificado.

De esta película, además del mensaje claro y directo de lo fácilmente manipulables que somos todos cuando sentimos la necesidad de pertenecer a un grupo y de buscar su amparo para llenar nuestras vidas, me llama la atención el personaje del protagonista, el profesor Rainer Wenger. Toda autocracia necesita un líder. Y los delirios megalómanos de cualquiera de nosotros siempre van a estar dispuestos a ser encumbrados por un grupo. Nada tan tentador como el poder.

Está en el cine. Merece la pena. También aquí.



Nota: observad el instituto alemán. ¿A cuánto estamos de eso? ¿Por qué nuestros lugares de trabajo se parecen más a cárceles que a centros educativos?

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Vi la película, gracias por el consejo.

Me encantó pero está falta de comparaciones con el pasado sin embargo, las comparaciones sobrarían, es brutal y el final, impresionante.


Jesús Rivera

Anónimo dijo...

la vi hace poco y a veces me entraban escalofrios
pero está muy bien

Manuel Romero Ex-albero